El graffitero que pintó en un muro de Belfast a finales de los años setenta «si no estás confundido, no entiendes la situación«, no podía esperar que su sarcástica descripción de la situación política entre Irlanda y Reino Unido siguiera siendo tan relevante cuatro décadas más tarde. Las vueltas y revueltas del Brexit continúan. Se esperaba que la sesión del Parlamento británico el pasado fin de semana aprobara el acuerdo que el primer ministro Boris Johnson había pactado con la Unión Europea tan sólo dos días antes. En cambio, los miembros del Parlamento votaron a favor de retrasar la decisión.
Bajo los términos de la controvertida Ley Benn, este retraso obligó a Johnson a escribir al Consejo Europeo para solicitar una prórroga hasta el 31 de enero. Johnson cumplió, pero no firmó la solicitud. En lugar de ello, envió dos cartas adjuntas en las que describía su firme oposición a cualquier otra demora del Brexit.
Es probable que la actitud combativa de Johnson sea objeto de una impugnación judicial en los tribunales escoceses en los próximos días. Y a pesar de eso, los líderes de la UE han aprobado la solicitud del Reino Unido para evitar una salida sin acuerdo. Sin embargo, puede que ayuden a Johnson al acelerar la concesión de esa prórroga, poniendo la presión sobre el Parlamento.
La votación del fin de semana no es un rechazo fundamental del nuevo acuerdo de Johnson y la solicitud de aplazamiento puede retirarse si el Parlamento lo aprueba posteriormente. Por lo tanto, es probable que el Gobierno vuelva a someterlo a votación en los próximos días. Esto depende de si los diputados en contra del Brexit proponen formalmente cambios materiales en el acuerdo de Johnson, como permanecer en la Unión Aduanera de la UE o celebrar un segundo referéndum sobre la adhesión a la UE. En estas circunstancias, es probable que el Primer Ministro abandone la votación a corto plazo y negocie una prórroga, en lugar de arriesgarse a que se adopten las propuestas.
De cualquier manera, los cálculos aritméticos para obtener la aprobación parlamentaria para el acuerdo son un reto. El Partido Conservador de Johnson no tiene mayoría de diputados. Y al aceptar una solución de compromiso para la compleja cuestión de la frontera irlandesa que fuera aceptable para la UE, Johnson ha alienado al Partido Unionista Democrático (DUP por sus siglas en inglés), cuyos 10 diputados han votado previamente a favor de las propuestas del Gobierno. Johnson ha apostado claramente por persuadir a un número suficiente de diputados laboristas e independientes para que apoyen su acuerdo y compensar la falta de apoyo del DUP. Pero es probable que cualquier voto sea reñido y dependa de un puñado de parlamentarios.
Los acontecimientos de los últimos días también han inspirado a Johnson a redoblar sus esfuerzos para convocar unas elecciones generales a fin de lograr la mayoría de la que carece en la actualidad. Según las encuestas actuales, lo podría conseguir, pero en el volátil mundo de la política británica, nada es seguro. Tendremos que esperar al 12 de diciembre para resolver esta parte de la ecuación.
Brexit: ¿cómo posicionarnos?
En este contexto, muchos inversores se han alejado por lo general de las grandes posiciones activas en los activos de riesgo británicos en carteras globales multiactivos durante la mayor parte del período iniciado con el referéndum de 2016. La complejidad de los posibles escenarios y una atmósfera política febril en el Reino Unido han representado barreras significativas para un flujo eficiente del capital.
Pero a medida que avanza el tiempo, los riesgos se han vuelto más cuantificables y la capacidad de inversión en activos de riesgo británicos ha mejorado lo suficiente como para que se pueda considerar las oportunidades existentes. El pasado junio, las valoraciones de los activos y de las divisas en el Reino Unido estaban descontando excesivamente la probabilidad de un Brexit sin acuerdo, por lo que parecía conveniente introducir una posición larga en libra esterlina frente al euro.
Asimismo, las acciones del Reino Unido de mediana capitalización como constructoras residenciales, entidades financieras y del sector retail, fuertes en el mercado doméstico, presentaban un alza materialmente mayor que la posibilidad de una caída del valor en un escenario sin acuerdo en comparación con sus contrapartes internacionales. Por lo tanto, se consideró estratégico asumir posiciones tácticas a largo plazo en el índice de capitalización media FTSE 250, más centrado en el mercado nacional, frente a su contraparte del FTSE 100 de gran capitalización y con mayor exposición internacional.
Finalmente, parece probable que haya una presión alcista en la mayoría de los escenarios sobre los rendimientos nominales a 10 años de los bonos soberanos británicos. Las expectativas de crecimiento e inflación podrían repuntar con fuerza siempre y cuando el nuevo acuerdo para el Brexit sea aprobado por el Parlamento. En el improbable caso de que el Reino Unido abandone la UE sin un acuerdo, cabría esperar una expansión fiscal agresiva, independientemente del resultado de unas posibles elecciones generales. Por lo tanto, es aconsejable adoptar posiciones cortas de duración en el Reino Unido en carteras multiactivos en las que los bonos son una gran parte de la referencia.
Posibles escenarios
Como ya es costumbre con el Brexit, los posibles escenarios cambian rápida y drásticamente, aunque los últimos acontecimientos reducen considerablemente la probabilidad de una salida sin acuerdo. Desde el 10 de octubre, el repunte de las acciones, la libra esterlina y los bonos del Reino Unido probablemente refleja una menor probabilidad de una salida sin acuerdo. Esto ha sido claramente positivo para las tres clases de activos, pero reduce el margen de alfa adicional y plantea la cuestión de qué riesgos se valoran. Para ello, es necesario seguir monitoreando cuidadosamente la relación riesgo/beneficio ante el flujo de noticias del Brexit y del mandato específico de cada cliente.
Al margen de esto, la aprobación del acuerdo también sería positiva para el Reino Unido y para los valores europeos continentales en un contexto relativo a nivel mundial, con incertidumbre sobre el Brexit, que es la causa por la que muchos inversores internacionales evitan invertir en la región a pesar de unas valoraciones atractivas.
Sin embargo, la incertidumbre disminuye, pero no desaparece. La aprobación de un acuerdo de salida representaría una conclusión sólo para la primera parte del Brexit. Lo que sigue son las negociaciones sobre qué tipo de acuerdo comercial tendrán el Reino Unido y la UE en el futuro. Es probable que las conversaciones sean prolongadas y complejas.
Un largo primer acto parece estar cercano a su fin, pero aún queda mucho para que la historia del Brexit termine.