La semana pasada, diversos motivos nos llevaron a incrementar la tasa de exposición de nuestros fondos: en primer lugar, considerábamos que nos habíamos adentrando en una nueva fase de la crisis, la segunda, en la que la conmoción da paso a la inestabilidad, porque todas las malas noticias sobre la epidemia y las economías —como las relativas a los resultados de la banca estadounidense, publicados esta semana— empezaban a verse contrarrestadas por las reacciones sumamente contundentes de los bancos centrales y de los Gobiernos; en tercer lugar, el posicionamiento de los inversores se redujo considerablemente; y, por último, las previsiones macroeconómicas comenzaban a mostrar un mayor realismo a nuestros ojos. Evidentemente, dado que un gran número de inversores sigue embelesado por los datos sobre la propagación del virus y por unas tendencias ligeramente más alentadoras a este respecto en prácticamente todas las regiones.
Hace dos semanas tan solo incrementamos la tasa de exposición de los fondos hasta niveles «moderados», es decir, cercanos al tramo medio del nivel máximo permitido para Carmignac Patrimoine, ligeramente por encima en el caso de Carmignac Portfolio Patrimoine Europe y levemente por debajo para Carmignac Portfolio Emerging Patrimoine. El motivo por el que pese a esta exposición moderada los fondos registraron un desempeño favorable la semana pasada —incluso en términos relativos— en unos mercados bursátiles muy alcistas responde a su considerable generación de alfa, tanto en renta variable como en el segmento de deuda corporativa.
Dos temáticas a vigilar
Esta semana, cabe mencionar dos temáticas que nos preocupan:
- La primera es el nivel de voluntad política que mostrará la Unión Europea a la hora de aprovechar la oportunidad que brinda esta perturbación externa, de la que nadie es responsable, para realizar progresos reales hacia un proyecto político más solidario. El debate probablemente girará en torno al proyecto propuesto por Francia, que contempla la creación de un fondo de recuperación y que ya ha comenzado a perfilarse. Con todo, a día de hoy impera la incertidumbre. La reunión de los jefes de Estado y de los Gobiernos tendrá lugar el próximo jueves. Por tanto, la próxima semana tal vez podamos hablar de una evolución importante, ya sea en un sentido o en otro, lo que evidentemente constituye una cuestión de gran relevancia.
- La segunda temática motivo de preocupación en estos momentos atañe al universo emergente. Para muchos países de esta esfera que presentan un gran endeudamiento en dólares o unos déficits por cuenta corriente elevados, el acceso a la liquidez en USD sigue estando muy presionado a pesar de las líneas de swap establecidas por la Fed. No obstante, el actor de mayor peso en los mercados emergentes es sin duda China: en la actualidad, resulta evidente que el gigante asiático está sometido a una presión cada vez mayor. China vuelve a ser objeto de debate político en Estados Unidos, y los llamamientos a la relocalización de la industria vuelven a estar muy presentes.
Esta presión no constituye ninguna novedad. La proporción de bienes manufacturados importados a Estados Unidos en relación con el total de la producción manufacturera local empezó a disminuir el año pasado con el inicio de la guerra comercial, tendencia que claramente continuará y que, de hecho, también se aplicará a Japón y, sin lugar a dudas, a Europa.
Por otro lado, observamos que algunos países han empezado a beneficiarse de este fenómeno, dado que la que deja de llevarse a cabo en China no se reubica necesariamente en Estados Unidos o en Europa, debido a los costes de producción. México es a todas luces uno de los países que está sacando partido de este movimiento que, en estos momentos, no constituye una simple relocalización o «desglobalización», sino más bien una reorganización de la globalización.
Cuatro aspectos positivos de China
En cualquier caso, en lo que respecta a China, este fenómeno indudablemente desfavorable no debe hacernos perder de vista cuatro fenómenos positivos para el país desde el punto de vista macroeconómico.
- Por el momento, las repercusiones económicas en Occidente son más acusadas que en China, de tal forma que el diferencial de crecimiento se ha acentuado aún más a favor de este último. Ello responde a que esta crisis, a diferencia de una recesión clásica tradicional, afecta de manera especialmente marcada a las actividades del sector servicios, incluso en mayor medida que a las actividades manufactureras. Sin embargo, por el momento el sector servicios sigue representando una proporción menor del PIB en el universo emergente y en China que en los países más desarrollados.
- La eficacia de la externalización china y el rápido retorno de las capacidades de producción constituyen factores que los grupos industriales occidentales valoran especialmente en la actualidad. En realidad, China ha gestionado bastante bien la crisis desde el punto de vista industrial. Por tanto, asistiremos efectivamente a un cierto nivel de relocalización, aunque solo sea por motivos políticos, pero el valor económico de las cadenas de suministro mundiales, y especialmente la de China, no desaparecerá, al menos en nuestra opinión.
- En tercer lugar, el incremento del turismo chino en el extranjero y los gastos asociados representaban hasta hace poco un lastre cada vez mayor para su balanza por cuenta corriente. Ahora, ese lastre ha desaparecido, lo que compensa en parte los efectos negativos de la caída de las exportaciones de bienes sobre esta balanza por cuenta corriente.
- Por último, el deterioro generalizado de la situación en Occidente en los planos sanitario, económico e incluso político ha reducido considerablemente las preocupaciones sobre las salidas de capitales de China: una inquietud menos en ese sentido.
Por consiguiente, aunque resulta probable que las amenazas y las críticas hacia China sigan acentuándose, no nos sorprendería en absoluto que, en última instancia, el gigante asiático salga más bien reforzado de esta crisis, al menos en términos relativos.
La semana pasada, diversos motivos nos llevaron a incrementar la tasa de exposición de nuestros fondos: en primer lugar, considerábamos que nos habíamos adentrando en una nueva fase de la crisis, la segunda, en la que la conmoción da paso a la inestabilidad, porque todas las malas noticias sobre la epidemia y las economías —como las relativas a los resultados de la banca estadounidense, publicados esta semana— empezaban a verse contrarrestadas por las reacciones sumamente contundentes de los bancos centrales y de los Gobiernos; en tercer lugar, el posicionamiento de los inversores se redujo considerablemente; y, por último, las previsiones macroeconómicas comenzaban a mostrar un mayor realismo a nuestros ojos. Evidentemente, dado que un gran número de inversores sigue embelesado por los datos sobre la propagación del virus y por unas tendencias ligeramente más alentadoras a este respecto en prácticamente todas las regiones. Hace dos semanas tan solo incrementamos la tasa de exposición de los fondos hasta niveles «moderados», es decir, cercanos al tramo medio del nivel máximo permitido para Carmignac Patrimoine, ligeramente por encima en el caso de Carmignac Portfolio Patrimoine Europe y levemente por debajo para Carmignac Portfolio Emerging Patrimoine. El motivo por el que pese a esta exposición moderada los fondos registraron un desempeño favorable la semana pasada —incluso en términos relativos— en unos mercados bursátiles muy alcistas responde a su considerable generación de alfa, tanto en renta variable como en el segmento de deuda corporativa.
Esta semana, cabe mencionar dos temáticas que nos preocupan:
- La primera es el nivel de voluntad política que mostrará la Unión Europea a la hora de aprovechar la oportunidad que brinda esta perturbación externa, de la que nadie es responsable, para realizar progresos reales hacia un proyecto político más solidario. El debate probablemente girará en torno al proyecto propuesto por Francia, que contempla la creación de un fondo de recuperación y que ya ha comenzado a perfilarse. Con todo, a día de hoy impera la incertidumbre. La reunión de los jefes de Estado y de los Gobiernos tendrá lugar el próximo jueves. Por tanto, la próxima semana tal vez podamos hablar de una evolución importante, ya sea en un sentido o en otro, lo que evidentemente constituye una cuestión de gran relevancia.
- La segunda temática motivo de preocupación en estos momentos atañe al universo emergente. Para muchos países de esta esfera que presentan un gran endeudamiento en dólares o unos déficits por cuenta corriente elevados, el acceso a la liquidez en USD sigue estando muy presionado a pesar de las líneas de swap establecidas por la Fed. No obstante, el actor de mayor peso en los mercados emergentes es sin duda China: en la actualidad, resulta evidente que el gigante asiático está sometido a una presión cada vez mayor. China vuelve a ser objeto de debate político en Estados Unidos, y los llamamientos a la relocalización de la industria vuelven a estar muy presentes.
Esta presión no constituye ninguna novedad. La proporción de bienes manufacturados importados a Estados Unidos en relación con el total de la producción manufacturera local empezó a disminuir el año pasado con el inicio de la guerra comercial, tendencia que claramente continuará y que, de hecho, también se aplicará a Japón y, sin lugar a dudas, a Europa. Por otro lado, observamos que algunos países han empezado a beneficiarse de este fenómeno, dado que la que deja de llevarse a cabo en China no se reubica necesariamente en Estados Unidos o en Europa, debido a los costes de producción. México es a todas luces uno de los países que está sacando partido de este movimiento que, en estos momentos, no constituye una simple relocalización o «desglobalización», sino más bien una reorganización de la globalización.
Cuatro aspectos positivos para China
En cualquier caso, en lo que respecta a China, este fenómeno indudablemente desfavorable no debe hacernos perder de vista cuatro fenómenos positivos para el país desde el punto de vista macroeconómico.
- Por el momento, las repercusiones económicas en Occidente son más acusadas que en China, de tal forma que el diferencial de crecimiento se ha acentuado aún más a favor de este último. Ello responde a que esta crisis, a diferencia de una recesión clásica tradicional, afecta de manera especialmente marcada a las actividades del sector servicios, incluso en mayor medida que a las actividades manufactureras. Sin embargo, por el momento el sector servicios sigue representando una proporción menor del PIB en el universo emergente y en China que en los países más desarrollados.
- La eficacia de la externalización china y el rápido retorno de las capacidades de producción constituyen factores que los grupos industriales occidentales valoran especialmente en la actualidad. En realidad, China ha gestionado bastante bien la crisis desde el punto de vista industrial. Por tanto, asistiremos efectivamente a un cierto nivel de relocalización, aunque solo sea por motivos políticos, pero el valor económico de las cadenas de suministro mundiales, y especialmente la de China, no desaparecerá, al menos en nuestra opinión.
- En tercer lugar, el incremento del turismo chino en el extranjero y los gastos asociados representaban hasta hace poco un lastre cada vez mayor para su balanza por cuenta corriente. Ahora, ese lastre ha desaparecido, lo que compensa en parte los efectos negativos de la caída de las exportaciones de bienes sobre esta balanza por cuenta corriente.
- Por último, el deterioro generalizado de la situación en Occidente en los planos sanitario, económico e incluso político ha reducido considerablemente las preocupaciones sobre las salidas de capitales de China: una inquietud menos en ese sentido.
Por consiguiente, aunque resulta probable que las amenazas y las críticas hacia China sigan acentuándose, no nos sorprendería en absoluto que, en última instancia, el gigante asiático salga más bien reforzado de esta crisis, al menos en términos relativos.
Ello justifica nuestro considerable posicionamiento actual en renta variable china, que se concentra en los sectores de la economía digital y en el mercado interno del país.
Ello justifica nuestro considerable posicionamiento actual en renta variable china, que se concentra en los sectores de la economía digital y en el mercado interno del país.