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Planes en la naturaleza en tu comunidad: rutas y recomendaciones de los Sales Manager
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Planes en la naturaleza en tu comunidad: rutas y recomendaciones de los Sales Manager

Los Sales Manager de Amundi, Trea AM, AllianceBernstein, UBS AM y Nordea AM nos descubren algunas rutas que hacer en Madrid, Cataluña, País Vasco, Valencia y Asturias en Semana Santa.
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31 MAR, 2021

Por Leticia Rial de RankiaPro

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El cierre perimetral de las comunidades autónomas para frenar la cuarta ola en nuestro país ha provocado que muchos ciudadanos opten por hacer planes en la naturaleza dentro de su comunidad en Semana Santa. Sin duda, se trata de un momento idóneo para realizar actividades al aire libre y poder conectar con la naturaleza. Los Sales Manager de Amundi, Trea AM, AllianceBernstein, UBS AM y Nordea AM nos descubren algunas rutas que hacer en Madrid, Cataluña, País Vasco, Valencia y Asturias. ¡Toma nota de todas ellas!

Planes en la naturaleza

Madrid: Lorenzo Gallardo, Sales Distribution manager en Amundi

Lorenzo Gallardo - Planes en la naturaleza

Una ruta por la sierra de Gudarrama de Madrid: el mirador de los poetas en el valle de la Fuenfría

El nombre de la Ruta de los Miradores de los Poetas está inspirado en varios escritores y ensayistas de reconocidísimo prestigio del siglo S XIX y del SXX como Vicente Aleixandre o incluso Luis Rosales. Se trata de una senda que discurre a través del Valle de la Fuenfría, uno de los parajes más extraordinarios de la Comunidad de Madrid.

En 1984 se realizó la ruta a la pradera de Navarrulaque, donde se leyó el Manifiesto en defensa de la Sierra de Guadarrama. Tras la muerte ese año de Vicente Aleixandre, en su honor se pensó en otorgarle el nombre a uno de sus miradores. 

Se trata de una ruta circular que cuenta con aproximadamente 9 kilómetros y es de las más accesibles en las inmediaciones del Parque Nacional, que se recorren con facilidad. Es una ruta que se puede realizar en cualquier época del año pero que resulta especialmente espectacular en primavera y otoño.

El punto natural para comenzar la ruta es desde el aparcamiento de casa Cirilo, concretamente del área recreativa de las Dehesas de Cercedilla, pero la ruta ofrece distintos puntos de acceso como la estación de Camorritos, por ejemplo. Desde Madrid se puede subir cómodamente en coche tomando la A6 dirección Guadarrama y posteriormente cogiendo la carretera local M 966 hacia Cercedilla.

La ruta comienza tras superar unas barreras que impiden el paso a los vehículos, y que llega hasta el ancho Puente romano “del Descalzo”, bajo el que discurre el histórico Arroyo de La Venta. El camino continúa sin mayor dificultad y está señalizado con puntos naranjas que marcan claramente el camino a seguir.

La mayor parte de la ruta discurre por un área de bosque espectacular y permite observar aves forestales características del pinar. También es posible descubrir algún corzo, ya que campean por este bosque durante el invierno.

A mitad de camino se encuentra uno de los principales homenajes de la Sierra de Guadarrama a sus primeros caminantes: El Reloj de Sol de Camilo José Cela. Es un monumento rural que se erigió en homenaje a los primeros senderistas que contribuyeron a difundir la belleza de la Sierra de Guadarrama. En los días de sol se puede comprobar que marca bien la hora.

Después de un rato andando, el camino sigue hasta alcanzar los miradores de Vicente Aleixandre y Luis Rosales. En este lugar se puede disfrutar de las magníficas vistas que nos ofrecen estos miradores naturales del valle de la Fuenfría y de la sierra de Guadarrama, y por supuesto, también leer algunos de los poemas que hay escritos en las rocas.

Una vez terminado el recorrido, se puede rematar el día con una comilona en Cercedilla. En definitiva, un buen plan para disfrutar de Madrid y de su naturaleza en tiempos de confinamiento.

Cataluña: Daniel Sullà, Director de Cuentas en Trea AM

Daniel Sulla - Planes en la naturaleza

Con las restricciones en la movilidad y el auge de la actividad al aire libre provocadas por la pandemia, muchos ciudadanos hemos descubierto -o mejor dicho redescubierto- planes en la naturaleza próximos a nuestra comunidad.

En mi caso, como el de tantos barceloneses, hemos salido en manada a la sierra de Collserola, parque natural y área montañesa cerca de la ciudad y que es uno de los parques metropolitanos más grandes del mundo, ya que abarca una superficie de unas 11.000 hectáreas. Además, es punto de unión de nueve municipios, entre ellos Barcelona, Sant Cugat del Vallès, Sant Feliu de Llobregat y Sant Just Desvern.

El paseo de las Aguas, con trazado horizontal y que debe su nombre al antiguo recorrido de una conducción de agua, es uno de los senderos más populares, con sus casi 10 kilómetros de longitud y una cota máxima de 450 metros. Balcón privilegiado sobre Barcelona como describía Loquillo en “Cadillac Solitario”, de fácil acceso, no resulta extraño ver a directivos del sector haciendo running a primera hora dada su proximidad con el centro financiero de la ciudad, ubicado en la parte alta. Desde esa misma zona y desde toda la ciudad, estamos acostumbrados a ver el Tibidabo, el pico más alto de la sierra y cuyo nombre nace del latín tibi-dabo, que significa “te daré”. Estas dos palabras provienen del pasaje de la Biblia en el que satanás intenta hacer caer a Jesús en la tentación.

Además del running, otras actividades típicas y no de siempre buena convivencia entre ellas son el trekking, la caza regulada, el ciclismo en una amplia variedad de modalidades (carretera, montaña y descenso) e incluso los paseos a caballo, ya que el ambiente natural mediterráneo lo permite. Después del confinamiento y todavía con los centros deportivos cerrados, mi cuerpo ha sufrido las subidas y bajadas en una bicicleta de montaña recién estrenada.

He podido constatar la predominancia de los encinares y pinares, estos últimos más por la alteración de la presencia humana. La fauna es mucho más rica de lo que cabría esperar en un espacio natural metropolitano, gracias en buena parte a la gran diversidad de ecosistemas. El encinar alberga mamíferos como el jabalí, la jineta y el ratón de campo. También se encuentran otros animales como el zorro, la comadreja, el tejón, el conejo, erizo y la salamandra común. En la maquia abundan diversas especies de curruca, una de las aves más características del paisaje arbustivo mediterráneo. 

La huella humana está muy presente en la sierra, tanto en la modificación del paisaje como en la cantidad de restos arqueológicos y construcciones que se encuentran. Destaco por la cercanía de mi vivienda La Penya del Moro, un poblado ibérico en el punto fronterizo entre los municipios de Sant Just Desvern, Sant Feliu de Llobregat y Esplugues de Llobregat. Además, encontraremos numerosas ermitas como Sant Medir, Sant Bartomeu de la Quadra, Santa Creu d’Olorda y Sant Iscle de les Feixes.

En resumen, no todas las ciudades disponen de un parque natural colindante con más de 700 km de caminos variados llenos de historia y vegetación. En tu siguiente visita a la ciudad condal, tienes muy próximo un plan en la naturaleza.

País Vasco: Miguel Luzarraga, director de AllianceBernstein para Iberia

En los momentos que corren, todos añoramos cualquier atisbo de escapada rural que nos sumerja en las raíces de lo que somos. La diversidad de rutas en el País Vasco es innumerable, pero he querido recordar una con especial cariño. 

Se trata de la ruta desde Fuenterrabía a la Ermita de Guadalupe. Aunque el Santuario de la Virgen de Guadalupe se menciona por primera vez en 1536 en un documento donde Juan Sebastián Elcano le dona 6 ducados, no es hasta 1638 cuando toma mayor importancia. Desde entonces, Fuenterrabía organiza una procesión hasta la ermita para agradecer la protección dada a lo largo del ataque por parte de los franceses durante el transcurso de la guerra franco-española (1635-1659). Esta procesión se llama El Alarde y se celebra cada 8 de septiembre. La Ermita está situada en el monte Jaizkibel donde se pueden disfrutar de las mejores vistas de la Bahía de Txingudi y de varias fortalezas situadas cerca del santuario. Pero no desvelemos el final del trayecto y vayamos al principio del mismo. 

El recorrido puede tener varias duraciones, pero lo cojas desde donde lo cojas las vistas hacia la bahía son preciosas. Siendo un camino monte arriba podemos comenzar desayunando en el Parador de Hondarribia. El Parador es otro lugar con un encanto histórico inigualable. También conocido como el Castillo de Carlos V, se dice que fue construido en el siglo X. 

Dividiría el camino en 3 etapas: la primera sería desde el Parador hasta la playa de Fuenterrabía, la segunda la subida hasta el faro de Higuer y la tercera hasta la Ermita. En la primera etapa vamos a descubrir un maravilloso pueblo medieval con numerosas y elevadas murallas que le protegían de las incursiones marítimas. Esta villa marinera cuenta además con unas casas vascas coloridas con balcones de hierro forjado y calles empedradas. Un poquito antes de llegar a la playa tomamos rumbo hacia la montaña y empezamos a subir en dirección al faro de Higuer

Hasta ahora el camino ha sido prácticamente cuesta abajo y siempre hemos tenido a nuestra derecha el río Bidasoa y al fondo la costa francesa. A medida que subimos las pulsaciones (y el monte) recordamos el chocolate con churros del Parador. Recorremos la costa hasta llegar al Faro de Higuer donde las vistas de la Bahía impresionan a cualquiera. A partir de entonces el camino hacia la Ermita es arenoso y tiene un desnivel imperceptible donde seguimos dejando el mar a nuestra derecha. Encontraremos mucho pino marítimo y como curiosidad hay senderos que bajan a unas calas preciosas en donde te podrás bañar si te lo permite la marea. Para mí, la más bonita, la del Molino de Artzu. Si seguimos más adelante llegaremos al Fuerte de Guadalupe cuyo fin fue la defensa del Pirineo en Guipúzcoa y data del año 1900. Y un poco más adelante llegaremos a nuestro destino. Sin duda, un remanso de paz y recompensa del camino.

Valencia: Jaime Raga, responsable de relación con cliente de UBS AM Iberia

Como valenciano de sangre y de corazón, aunque “exiliado” en Madrid, hay ciertas fechas a lo largo del año que inevitablemente me llevan a Valencia. Me estoy refiriendo a momentos como la Navidad, el mes de marzo con sus fabulosas y divertidas Fallas y, como no, la época estival: el calor y la playa.

Tengo la suerte de poder disfrutar cada verano de unos días de vacaciones en esta zona. Desde las playas como la de El Saler, de su gastronomía, de su vida nocturna y de un paraje natural de gran valor y belleza: el Parque Natural de la Albufera.

La Albufera es una laguna costera somera (su profundidad media es solo de 1m), separada del mar por una estrecha barra litoral arenosa, con dunas estabilizadas por un bosque de pinos, dan lugar a unas magníficas playas. Su valor ecológico es incalculable, ya que es zona de paso para muchas especies migratorias, de gran riqueza avícola (garzas, charrán o patos colorados) y reserva de especies autóctonas en peligro de extinción como el “samaruc”. Además, la Albufera actúa como cuenca hidrográfica para los más de 220 km2 de arrozales que la rodean, ingrediente obviamente indispensable para nosotros.

Una de las citas fijas de cada verano es un paseo en barca, al atardecer, por la Albufera. No solo por la belleza del paraje, sino también por lo divertido que resulta la expedición. Y es que hay dos maneras de realizar la excursión: la manera estándar y más turística - que se anuncia masivamente en la carretera o en internet - en una barca grande que apenas nos dará una vuelta por el gran mar de la Albufera sin más emoción; o adentrándose en las pequeñas localidades como El Palmar, una pequeña comunidad de pescadores que realmente conoce todos los recovecos del humedal, con los que es posible “negociar” un precio por un paseo mucho más emocionante, por canales, entre cañas (y barro), trampas para pescar anguilas y anécdotas locales que el pescador sin duda compartirá en un valenciano muy particular.

Por esta razón, la sensación de una puesta de sol en medio de este humedal no puede ser más relajante. El sonido de las pequeñas olas, el silencio de la naturaleza y, el momento mágico del ocaso en el horizonte. El sol bajando suavemente al fondo y casi tocando las montañas de poniente, se funde en su reflejo con el agua. Las tonalidades que va cogiendo el cielo mientras baja el sol son indescriptibles. Rojo, azul, naranja y morado son algunos de los colores que se pueden llegar a apreciar.

No puedo imaginar mejor día de verano que una mañana de mar y playa, una buena paella de pato y verduras (esto es una pista para quien no conozca esta zona) y el relax del atardecer en un barquito recorriendo este precioso Parque Natural.

Asturias: Lorenzo González, Institutional & Advisory Business Sales Director en Nordea AM

Lorenzo González - Planes en la naturaleza

Como buen asturiano, creo que esta comunidad autónoma se puede considerar privilegiada desde el punto de vista de que cuenta con seis reservas de la biosfera, lo que la convierte en una región donde se puede disfrutar de gran variedad de planes en la naturaleza y actividades al aire libre sin tener que desplazarse largas distancias. En este sentido, es importante tener en cuenta que desde la costa asturiana hasta la montaña hay en línea recta tan solo cuarenta kilómetros, y del oriente al occidente unos doscientos kilómetros en los que podemos disfrutar tanto de senderos, desfiladeros, ríos, cascadas, playas paradisíacas… como de animales como osos, lobos, ciervos, cabras montesas y muchos más. Todo ello hace honor al eslogan de “Asturias Paraíso Natural” y me anima a comentaros, brevemente, tres rutas y visitas que me parecen realmente interesantes.

LA RUTA DEL CABO BUSTO

Siete miradores sobre el mar en una ruta circular. Un camino donde los acantilados están erosionados por una naturaleza tan brava como ejemplar. En esta ruta, uno no se cansa de mirar al Cantábrico una y otra vez, disfrutando con el viento, con el sol, con las nubes y hasta con la lluvia.

El paseo empieza y termina en un idílico pueblo llamado Busto, ubicado en el concejo de Valdés. Una tranquila aldea en medio de una gran llanura, donde se observan grandes fincas agrícolas, caseríos típicos de la zona, hórreos y paneras típicas de Asturias y en el entorno, pinares, robledales y bosques de ribera, todo ello un espectacular faro como punto final.

LA RUTA DEL AGUA

Es una ruta circular de poca dificultad que transcurre por Taramundi, en el occidente asturiano. Tiene una distancia, ida y vuelta, de unos 14 km. y se tarda en hacerla entre cuatro y cinco horas. Se puede hacer con niños que estén acostumbrados a caminar. En esta ruta se encuentra otra de las grandes reservas de la biosfera de Asturias, la de Oscos-Eo, con unos paisajes boscosos de ensueño, ya que tiene frondosos bosques de castaños y robles, y unas preciosas caídas de agua en forma de cascadas como las de la Salgueira. Otra cosa a tener en cuenta cuando se hace el recorrido son las aldeas asturianas que nos vamos encontrando por el camino, con sus paredes de piedra y sus tejados de pizarra. Creedme que parecen sacadas de un cuento del más creativo de los escritores en donde la imaginación se echa a volar y nos trasladamos a otro mundo de fantasía.

VÍA VERDE LA SENDA DEL OSO

Es una ruta de poca dificultad que se puede realizar con niños. La senda, en forma de "Y" cuenta con dos opciones para realizar el recorrido, Tuñón-Cueva Huerta (Teverga) y Tuñón- Ricao (Quirós). Sin duda, el mayor aliciente de la ruta es ver a las osas que se encuentran en el cercado a mitad de camino, pero la Senda del Oso es mucho más. Esta antigua vía férrea minera, hoy en día recuperada como senda verde, nos da la posibilidad de ver grandes bosques de encinas. Rocas, osos, vegetación, agua y paisajes es lo que nos encontramos, además del Museo Etnográfico de Quirós, la Casa del Oso y el Parque de la Prehistoria, en Teverga.

Podría seguir mencionando más planes en la naturaleza y rutas en Asturias, pero creo que la mejor forma de descubrirlos es viniendo y dejándose llevar por el entorno y la gastronomía.

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