Desde hace varios meses, hay algunos temas que han ocupado gran cantidad de titulares, desde la guerra comercial, los precios del crudo y las subidas de tipos hasta la crisis política en Italia. Y en referencia a éste último, Italia no ha sido el único país que ha tenido problemas. Alemania, lleva también unos meses, aun que con mucha menos publicidad, con problemas políticos de cierto grado de severidad.
A primera hora de esta mañana, los mercados abrían sesión a la baja tras conocerse este pasado domingo que el Ministro del Interior alemán y líder de la CSU, Horst Seehofer, llegó a plantearle a Merkel su posible dimisión debido a los enfrentamientos con la canciller respecto a las políticas migratorias.
Las últimas oleadas de inmigrantes por el Mediterráneo han sido el catalizador que ha reavivado una crisis política que parecía extinta. La nueva coalición de gobierno en Italia, precedida ya por sus antecedentes, se negó a recibirlos. Pedro Sanchez, nuevo presidente del gobierno español, accedió acogerlos, decisión no exenta de polémica, con el beneplácito francés y alemán. Pero mientras que Merkel y Macron han intentado abanderar una política común de fronteras abiertas, no esperaban que estos hechos desataran una rebelión por parte de los gobiernos de derecha de Italia y Austria así como dentro de la propia CSU alemana y socia del partido de Merkel.
En caso de romperse la CSU de Merkel (integrada por CDU, la CSU y el SPD), ésta perdería su mayoría parlamentaria. Por ello, se especula con la posibilidad de la rotura del gobierno, puesto que el entorno no sería propicio para un gobierno en minoría.
Con todo, los fundamentales macroeconómicos se mantienen fuertes, y parece que el crecimiento no se pone en duda. Sin embargo, esta incertidumbre podría acabar siendo un duro golpe a la Unión Europea y suponer un problema más allá de lo estrictamente económico.